El 24 de noviembre de 2015, escribía una entrada en el Blog del Club Baloncesto Las Rozas, sobre el compromiso social del Club. Se trata de una reflexión que considero puede extrapolarse a toda organización deportiva.
Hace ya algún tiempo, en una comida con los directivos de una importante empresa de este país, al hablar de la necesidad de que las instituciones colaborasen en el logro de objetivos sociales, el presidente de esa empresa me interrumpió y me dijo que ellos ya lo hacían mediante la cantidad de puestos trabajo que proporcionaban. Pues bien, aunque tenía en parte razón, me pareció un planteamiento simple e insuficiente.
Un Club de Baloncesto, o mejor, un Club de Baloncesto de cantera, se suele entender como una organización destinada a favorecer la práctica del Baloncesto y a formar jugadores en este deporte. Y hacer esto bien supone, sin duda, realizar una labor social; sobre todo si tenemos en cuenta quienes son sus destinatarios, la importancia del deporte en general y los valores que acompañan al Baloncesto. Por otro lado, se trata del primer parámetro con el que se tiene que evaluar la labor de un Club y de sus dirigentes (evaluación muchas veces sujeta a la eterna discusión, sobre la que no me puedo detener, de si el objetivo de un Club debe ser ganar, formar o divertir).
En cualquier caso, un Club de Baloncesto puede, además, desempeñar un papel social complementario, máxime si se concibe el Baloncesto como una herramienta educativa. Y este es el caso del Club Baloncesto Las Rozas. Así desde hace años, este Club se ha propuesto realizar una tarea social que complemente su faceta deportiva y que exprese su compromiso con la sociedad en general y con el municipio de Las Rozas en particular.
La expresión más conocida de ese compromiso social ha sido su proyección en el mundo de la discapacidad. Y es que hace ahora cuatro años, la directiva del Club decidió abrir una nueva sección, la sección Baloncesto y Discapacidad, conscientes de la importancia que ésta podría tener para todos los chicos y chicas de Las Rozas. Nuestra visión del Baloncesto y la propia posición que el Club tenía en el municipio nos llevó a considerar que estábamos obligados a favorecer la práctica del Baloncesto de las personas con discapacidad y a hacer que nuestros jugadores conocieran y se familiarizaran con la diversidad humana.
Desde el principio hemos comprendido que el que las personas con discapacidad puedan practicar el Baloncesto no es una concesión solidaria del Club. Se trata de un derecho reconocido a todas las personas y, como no, también a las personas con discapacidad. Pero además, teniendo claro que la discapacidad es, en muchas ocasiones, resultado de entornos y actitudes sociales, y que tradicionalmente las personas con discapacidad están en situación de discriminación, no solo hemos querido favorecer esa práctica sino que también hemos buscado que se haga desde un enfoque inclusivo. Y ello porque estamos convencidos de que el camino para normalizar a la sociedad en su comprensión de la discapacidad no es otro que el de la inclusión.
Desde el principio nos ha guiado la idea de que la normalización de la sociedad y su rehabilitación frente a la discapacidad, sólo se logra cuando ésta se considera como muestra de la diversidad humana. Y para ello resulta indispensable que los jóvenes tengan contacto con las situaciones de discapacidad, viviendo con y en la diversidad. Así, desde el primer momento, hemos pensado que con esta convivencia ganábamos todos.
Los primeros pasos de la sección se dieron con la organización de un Torneo de Baloncesto Inclusivo y con la creación de nuestra Escuela de Baloncesto Inclusivo. En esos primeros pasos tuvimos la suerte de ir de la mano del CEDI, institución que nos ha acompañado todos estos años, y que nos ha ayudado siempre. Aunque la Fundación Deporte y Desarrollo nos concedió el Premio Internacional “Rompiendo barreras con el deporte”, que nos permitió comprar nuestras primeras sillas, y aunque tuvimos alguna ayuda más (como la del colegio Altamira o la de Las Rozas Village), el desarrollo de la Escuela no ha sido fácil (y eso que contamos con una gran entrenadora como es Sonia Castellanos). No hemos conseguido “enganchar” a instituciones para que colaboren con la Escuela, a excepción de Las Rozas Village (y de otras organizaciones que al colaborar con el Club, lo hacen también, de alguna manera, con la escuela). Y no es fácil tampoco “enganchar” a chicas y chicos con discapacidad. Pero se trata ya de una actividad consolidada que forma parte de nuestra identidad y que continuará en los próximos años.
En esta temporada, la 2015-2016, teníamos como objetivo ampliar la sección proyectándola en el campo de la discapacidad intelectual. Para eso hemos contactado con tres instituciones que rápidamente nos han acogido y con las que hemos empezado ya a colaborar. Se trata de la Asociación Nuevo Horizonte (vecinos del Espiniella) compuesta por personas con trastornos del espectro del autismo, del Colegio de Educación Especial Monte Abantos y de la Fundación Trébol. Con cada una de estas instituciones desarrollamos una sesión semanal de Baloncesto dirigida siempre por nuestro entrenador Javier Choren. El desarrollo de esta sección no se habría podido realizar sin la cesión de las instalaciones por parte del Ayuntamiento y sin el trabajo de la directiva y, en especial, de Agustín Plaza.
Pero el compromiso social del Club no se ha proyectado sólo hacia el mundo de la discapacidad. Existen otros programas y líneas de actuación, algunas con cierta tradición y otras muy recientes. Así, entre las primeras está el trabajo que se hace desde el programa nadie sin baloncesto, y que se traduce en la existencia de becas para aquellos jugadores que por circunstancias familiares y/o personales no pueden pagar las cuotas, o el programa colabora, que tiene varios subprogramas dedicados a favorecer la inserción laboral de los colaboradores y voluntarios del Club.
Y entre las líneas más recientes destaca el Plan de Igualdad, iniciado esta temporada y que se proyectará en los próximos cuatro años. Al frente del Plan está nuestra entrenadora Marta Blanco, y con él, buscamos apoyar el baloncesto femenino aumentando el número de mujeres dentro del Club (jugadoras, entrenadoras, etc…) y corregir cualquier práctica discriminatoria que pudiera existir en nuestro seno.
Todas estas líneas de trabajo forman parte de nuestro objetivo de formar personas por lo que, como recalqué antes, son signos de identidad del Club, y no consecuencia de un proyecto personalista ni de una directiva concreta.