Deporte y pobreza relacional

Diferentes estudios sobre las personas con discapacidad coinciden en señalar que una de sus principales preocupaciones tiene que ver con sus pocas relaciones sociales. Y es que, es muy normal que las personas con discapacidad tengan dificultades en sus relaciones sociales, no por sus rasgos o por su manera de ser, sino por un cierto rechazo por parte del resto de personas. Se utiliza el término pobreza relacional para dar cuenta de este fenómeno que, a su vez, sirve para describir la situación de exclusión social en la que se encuentran las personas con discapacidad. El problema se agrava en relación con los niños y niñas con discapacidad.

La pobreza relacional está presente en contextos en donde la segregación es la regla, pero también en contextos que pretenden ser inclusivos. Así, por ejemplo, es muy habitual que, en colegios inclusivos, en donde conviven niños y niñas con y sin discapacidad, se produzcan quejas que tienen que ver con la exclusión: estoy solo/a en el patio, nadie se quiere sentar conmigo en el comedor o en la propia clase, etc… Se trata de un problema que tiene su origen en la manera en la que percibimos la discapacidad, pero también en la ausencia de recursos materiales y personales en los colegios para abordar correctamente la inclusión. A veces una mala política inclusiva provoca la exclusión.

Algo parecido pasa en el deporte. En otras ocasiones me he referido al deporte como herramienta para la inclusión de las personas con discapacidad. Para ello he defendido la importancia que tiene que deportistas con y sin discapacidad practiquen deporte conjuntamente, o compartan espacios deportivos. He destacado la relevancia que tiene que los clubes deportivos posean secciones de discapacidad con enfoque inclusivo o que las federaciones deportivas se constituyan por tipos de deportes y no por tipos de personas. Es importante que normalicemos la presencia de personas con discapacidad en el deporte; que su presencia en los espacios deportivos no sea la excepción sino la regla.

Para que esto ocurra, para lograr un deporte inclusivo que permita acabar con la pobreza relacional, el primer paso es la satisfacción de la accesibilidad. Ahora bien, no basta con este paso. Y es que, al igual que ocurre con el ejemplo de la educación, si ese paso no va acompañado de otras medidas, puede provocar un efecto distinto al que se persigue. Puede provocar la exclusión y agravar la pobreza relacional.

La satisfacción de la accesibilidad en el ámbito del deporte debe ir acompañada de otras medidas para acabar con la pobreza relacional. Tal vez, la más importante venga de la mano de la formación. El deporte es una herramienta inclusiva si el entorno material y personal lo es. Así, es importante formar en la inclusión a los actores del deporte, entendiendo por tales a deportistas, entrenadores, personal de los espacios deportivos, dirigentes… No basta con que un club tenga una sección de discapacidad con un enfoque inclusivo. Es necesario concienciar y formar a los miembros del club.

Y junto a la formación, la inclusión requiere del reconocimiento por parte de las propias personas con discapacidad de su papel como protagonistas del deporte en igualdad de condiciones que el resto de las personas.

Publicado en Corriere dello Sport. Unicusano Focus.

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