Muchas amigas y amigos, me han venido preguntando en estos días, al felicitarnos las fiestas o al encontrarnos por las canchas, sobre la decisión de no seguir al frente del CBLR. Ahora, pasados ya unos días desde la celebración de la Asamblea de socios, voy a escribir brevemente unas líneas al respecto. Y lo hago sobre todo porque, en muchas ocasiones, lo que me han trasladado estas personas que me han preguntado sobre el tema, han sido versiones sobre aquello que ha motivado la decisión que distan mucho de ser ciertas. No quiero extenderme mucho, no tengo tiempo para ello en estos momentos, pero tampoco quiero dejarlo pasar. En todo caso, como los más cercanos saben, comencé hace tiempo a escribir un libro sobre esta experiencia de ocho años, en el que tendré ocasión de contar esto y muchas cosas más (si es que tengo tiempo para hacerlo porque la verdad es que he avanzado poco…).
Los motivos que me llevaron a tomar esta decisión (hablo por mí, pero creo que algunos son compartidos por otros miembros de mi Directiva), es posible clasificarlos en objetivos y subjetivos, esto es, entre motivos que difícilmente pueden discutirse y motivos que dependen de una percepción personal, en este caso la mía, con independencia de que se basen en hechos.
La principal razón objetiva lo constituye el hecho de haber estado al frente del CBLR ocho años. Seguramente, estar más de ese tiempo no hubiera sido bueno. Siempre he pensado que es sano, para cualquier institución, el que existan cambios en las personas que las llevan. Es verdad que, en algún momento, pensamos seguir sobre todo porque pusimos en marcha actuaciones que queríamos afianzar como la Fundación o el equipo de silla de ruedas con FDI, y porque estábamos iniciando una estrategia de mejora competitiva (sin dejar a un lado aquello que nos había venido identificando siempre). También es cierto que conservo un papel en el que a mano, en un momento me imagino que de euforia, en 2011, escribí un plan que alcanzaba hasta el 2022… (pero esto lo dejo para el libro).
A lo anterior hay que unir, y sigo con las motivaciones objetivas, la aparición de una serie de desavenencias con el cuerpo técnico (en principio con parte del cuerpo técnico, creía yo, pero debía ser con muchos/as más a la vista de los correos que he recibido de despedida) que desembocaron en una falta de confianza que ha sido imposible recuperar. Y sin confianza, en un sitio como este, objetivamente es imposible seguir. En este tipo de clubes, directiva y equipo técnico deben ser un equipo. Además, a veces, la pérdida de confianza desemboca en pérdida de autoridad e incluso de respeto…
No se muy bien, y empiezo ahora con las cuestiones subjetivas, cuando empezaron estas desavenencias. La bomba son una serie de sucesos que tienen lugar en el último año aunque me temo que la cosa debía venir de lejos. Siempre he tenido la sensación de que a parte (subrayo lo de parte) del cuerpo técnico nunca le ha gustado del todo lo “complementario” (o lo que algunos consideraban como complementario), esto es, las actividades sociales, la formación (Aula), la sección de psicología, e incluso, últimamente, la de discapacidad… Pero sobre todo, nunca he visto receptividad con el plan de igualdad.
Si a ello unes la puesta en marcha de unas encuestas (con una reacción en la presentación de sus resultados por parte de sus responsables -no de todos/as claro- de vergüenza ajena), la entrada de la directiva en algunas decisiones deportivas que entendíamos como carentes de justificación (y por tanto era nuestra obligación entrar) y que fueron cuestionadas y convenientemente tergiversadas, una reformulación de la manera de calcular las dietas (por otro lado, conocida desde hace tiempo y con unos criterios consensuados), la desatención (por emplear un eufemismo) de algunas de nuestras directrices (con, por ejemplo, prácticas claramente rechazables a la hora de presentar papeles o la entrega de una copia de los títulos), la elección de un delegado de personal (algo que puede ser lógico) que al mismo tiempo ocupa el puesto de director deportivo (algo a todas luces ilógico)… Y a todo ello se le ha sumado una labor, por parte de alguno, de desgaste y de destrucción de la confianza entre unos y otros… Son cosas que tendré ocasión de contar en el futuro (porque las tengo todas escritas) y que difícilmente pueden ser para nadie objeto de orgullo…, tampoco para la directiva.
Estoy seguro que si tenemos que buscar culpables de todo ello, yo ocupo un lugar importante. Pero también dejo para más adelante escribir al respecto.
Cuando vimos que la cosa no podía seguir, decidimos dejar la dirección sin traumas (aunque sin pausa). Para ello convoqué a un grupo de socios con el objetivo de que poco a poco lográramos convencer a algunos de tomar el mando del Club y todo se hiciera con normalidad. Y creo que, después de ciertas vicisitudes (algunas de ellas algo dolorosas), lo hemos conseguido. Tenemos una nueva directiva encabezada por una persona que, además de conocer el baloncesto, el CBLR y el municipio, es un buen amigo y, lo que es más importante, una buena persona. Y está acompañado de un grupo de socios/as con ilusión y ganas. Estoy seguro que lograrán dar un empujón nuevo al Club.
Tengo que reconocer que en algún momento del proceso, sobre todo al principio y a la vista de algunos comportamientos, me llegué a plantear la posibilidad de seguir pero inmediatamente desistí, sobre todo después de la reacción del grupo de socios y de las instituciones. No sé sinceramente que hubiera pasado si la reacción hubiera sido otra.
En cualquier caso, en todo este suceso solo hay tres cosas que me han dolido. Dos de ellas no me pesan y están prácticamente olvidadas. Se trata, por un lado, de la poca atención y compañía de algunos/as amigos/as a los que pedí colaboración y ayuda en el proceso, por otro, del cambio de denominación del grupo de trabajo que formamos y que, nada más constituirse, pasó a llamarse grupo de mediación… Como digo, son cosas para mi ya sin importancia.
Lo que no está olvidado, más allá de algún disgusto y decepción personal, no es otra cosa que el conjunto de acusaciones lanzadas sobre todo hacia personas de mi directiva por parte miembros del cuerpo técnico (seguidas por algún/a socio/a). Sobre esto último también escribiré en el futuro para dar cuenta de lo parecido que es el CBLR (me imagino que cualquier club de cantera) a una Junta de comunidad de propietarios…
Soy consciente de que toda esa tarea, que me he marcado, de escribir la experiencia de estos ocho años no interesará a muchos/as. No obstante quiero hacerlo porque si hay algo que le falta al CBLR es escribir su historia… Espero tener tiempo y sobre todo ganas porque, como mis amigas y amigos saben, tengo una facilidad muy grande en hacer “click” al dejar las cosas y olvidarme de ellas. Es una virtud, pero también un defecto.